Aunque existen movimientos por tecnologías libres, el machismo sigue presente en la cultura hacker. Richard Stallman, por ejemplo, figura en el movimiento del software libre, mientras que los nombres de mujeres que defienden el código abierto son poco conocidos. Bajo esa premisa, resulta curioso cómo uno de los navegadores más usados en la actualidad, cuyo corazón está en la libertad de software, es el resultado de la iniciativa de Mitchell Baker.
Baker es una abogada estadounidense que concentró su trabajo y crítica política en el ámbito de la propiedad intelectual. En 1994, empezó a ejercer su profesión en el departamento jurídico de Netscape, la empresa que lanzó el primer navegador comercial. A principios de la década de los noventa, emergió la web 2.0, aquella que prometió mayor libertad e interacción entre usuarixs. De forma paralela, con el fin de acaparar el mercado tecnológico, Microsoft disponía de la apropiación intelectual y prácticas comerciales depredadoras, las cuales afectaron no sólo a Netscape, sino a la red en general.
En ese contexto monopólico, Mitchell identificó la necesidad de descentralizar las herramientas digitales que permitían habitar internet, por lo que en 1998 propuso que Netscape liberara su código fuente a fin de recibir contribuciones de múltiples usuarixs y poder mejorar el navegador. Este proyecto de código abierto fue el cimiento de Mozilla, una comunidad sin fines de lucro que intentó salir de los estándares de las empresas tradicionales. Además, en 2002, Baker formó parte de la Open Source Applications Foundation, donde la comunidad de software libre siguió organizándose.
Pese a no partir de los conocimientos técnicos, Mitchell fue la Directora ejecutiva de la Corporación Mozilla y Presidenta de la Fundación Mozilla. Continúa aportando a la politización de las tecnologías y es crítica de la acumulación por desposesión de datos. En la actualidad, sus esfuerzos se han concentrado en que lxs usuarixs tengan el control de la información que producen en internet. Ella nos recuerda que la disputa por horizontes tecnológicos colaborativos no es sólo un asunto de técnicOs.
Referencias: