Manifiesto

Resistencia, memoria y reflexión

Poner en práctica la memoria es un acto reivindicativo que disputa el relato hegemónico impuesto como único. Queremos narrar las tecnologías digitales a partir de reconocer las fisuras históricas que diversas mujeres han hecho, pero que, con toda intención, han sido silenciadas. Creemos que la construcción de un archivo puede hacerle frente a la narrativa androcéntrica sobre la red de redes que, en busca de sostener relaciones de poder patriarcales, se impone sobre nuestros imaginarios. 

Al proyecto le sostiene la voluntad de navegar, cual cursor, desde los inicios de la informática hasta la era contemporánea, con el fin de entretejer las historias invisibilizadas de mujeres cis y trans. A pesar de haber sido fundamentales para el desarrollo de la tecnología, en sintonía con el proyecto colonial y patriarcal donde el conocimiento se nos ha negado con brechas de género, raza y clase, hemos sido relegadas a las sombras del reconocimiento histórico. Frente al olvido, Hiladoras desea ser un espacio que pueda conmemorar y honrar los aportes de las mujeres en la tecnología digital.

Reivindicar el conocimiento colectivo

Frente a la idea que sostiene a la creatividad, a la invención y al conocimiento como logros exclusivamente individuales, rechazamos la noción moderna y patriarcal de la ciencia como un producto individual gestado por grandes “geniOs" aislados.

En su lugar, proponemos una visión colaborativa del saber. El conocimiento es un bien común sostenido en procesos inacabados, sin verdades absolutas, que ha sido cercado acorde a la tradición occidental y a las necesidades del capital. 

Sin la posibilidad de acceder a laboratorios, universidades y, ahora, con obstáculos para pisar espacios ingenieriles hostiles, a las mujeres y a las disidencias se nos ha excluido de aquello que nos pertenece a todxs. Nuestra supuesta ausencia en el ámbito digital ha sido orquestada a fin de disciplinar nuestra relación con la tecnología. No somos ni pasivas ni usuarias, somos hackers, creadoras e inventoras.

 

Narrar procesos, no mitos

La narrativa científica masculinizada celebra los triunfos individuales y acabados, a través de las patentes, por ejemplo, mientras opaca los procesos colectivos que han permitido las innovaciones tecnológicas. La tecnología, cooptada por relaciones de poder, también depende de la apropiación gratuita del trabajo de las mujeres, cuyos nombres han quedado relegados de la genealogía tecnológica. 

Reconocemos la imperiosa necesidad de nombrar las historias de aquellos cuerpos que sostuvieron y sostienen la vida a través de los cuidados, mientras circuitos electrónicos confabulan nuevas materialidades dentro de aquellos espacios excluyentes. Queremos incendiar los imaginarios oficiales que valoran los productos acabados e invisibilizan el trabajo no remunerado sostenido históricamente por las mujeres. 

 

Imaginar el futuro con las fisuras del pasado-presente

La intención de recopilar, sistematizar y compartir información sobre mujeres cis y trans que desafiaron —y lo siguen haciendo— prejuicios y estructuras opresivas se vincula al deseo de perseguir otros horizontes tecnológicos en los que los algoritmos no sean una extensión de las relaciones patriarcales. Las mujeres que conviven en este archivo demuestran que la creatividad no es un proceso individualizado ni neutral, sino un campo donde las luchas por la inclusión y el futuro también se libran.

Pensamos que las tecnologías no son evolutivas ni obedientes al discurso del progreso desarrollista, servil al binario colonial arcaico-novedoso. Entendemos la idea del tiempo lineal como una noción occidental que desdibuja la posibilidad de codificar el futuro a través del pasado. Desnaturalizar el porvenir tecnológico posibilita que reinventemos nuestra realidad desde el potencial político de la imaginación. Queremos ficcionar el futuro a través de la memoria.

No queremos ser la cuota de género de las corporaciones tecnológicas, ni habitar la tecnología desde los términos que los hombres blancos burgueses nos han dictado. A través de este entretejido, podemos reflexionar si de verdad queremos alimentar al patrón tecnológico moderno. Las máquinas represoras ya no funcionarán a costa de nuestra labor precarizada e invisibilizada; seremos cyborgs, fugitivas bajo nuestros propios anhelos.  

 

Por tecnologías diversas

Queremos codificar un futuro digital más justo, en el que las desigualdades estructurales no condicionen nuestros anhelos, afectos y vínculos. Al resignificar el legado, las luchas y los logros de mujeres sabedoras y científicas, quienes han sido históricamente perseguidas por hacerle frente al poder político cis-heteropatriarcal y capitalista a través de sus conocimientos, podemos conjurar tecnologíaS que valoren la diversidad y la colaboración como principios fundamentales.

Nuestra relación con las tecnologías no es universal. No queremos una realidad homogénea impuesta por los sujetos hegemónicos. Deseamos crear rizomas entre nuestros haceres, inquietudes y puntos de enunciación. En este acto de tejer historias diferenciadas de mujeres pioneras, reforzamos el hilo que conecta sus esfuerzos con un mundo digital más justo. Cada byte, pixel y comando que hoy permite nuestra existencia en la red, lleva impreso el eco de su resistencia. 

 

Un archivo vivo y en constante crecimiento

Frente a las violencias epistémicas y a la privatización patriarcal del conocimiento, entendemos a la producción de saberes como un proceso inconcluso y mutable, propio de la historia en permanente reescritura.

Este archivo, que vive gracias a las comunidades que posibilitan y enriquecen su existencia, busca no solo preservar la memoria histórica, sino también inspirar a nuevas generaciones en su acercamiento a la creación mediante distintas tecnologías. Queremos que esta compleja amalgama de bytes pueda tejer múltiples narrativas y conocimientos silenciados, para que el legado de estas y otras mujeres continúe creciendo y transformándose con el tiempo.

Condenamos al olvido como arma de guerra patriarcal y colonial que niega nuestra posición como sujetas productoras de conocimiento y de mundos. El acto político de reconocernos creadoras es parte de una disputa histórica en la relación saber-poder que también fluctúa en el territorio-internet.